
Veamos qué proponían las reformas más significativas.
En primer lugar, podemos decir que se hallaban todas aquellas medidas que, directa o indirectamente, contribuían a la formación y consolidación de la nueva clase ganadera a la que nos referíamos al inicio. Así abordaremos la política de fronteras, que incorporó las tierras hasta las sierras del Tandil o la seguida que implico la distribución de esas tierras mediante el sistema de enfiteusis, que como veremos, aseguraba bajos costos y evitaba los riesgos de especulación. También se entregó a los hacendados en control del aparato policial, judicial, militar y hasta electoral de las respectivas zonas de influencia mediante el establecimiento de los jueces de paz, los comisarios y el sistema de milicias. Y aquí podemos ver una medida doblemente efectiva: entregar el control a los hacendados y, a la vez, disciplinar a la masa de gauchos en la labor de la mano de obra rural, que necesitaba esta misma clase ganadera. Entre ellas tenemos las medidas que directamente hacían a la formación de esta nueva clase.

En noviembre de 1821 fue aprobada la Ley de reforma militar que pretendía reducir un gasto y reorientar las fuerzas militares a nuevas metas. Establecía expresamente que los oficiales que tuvieran entre cuatro y veinte años de antigüedad se retiraban con la tercera aparte de su sueldo; los que tuvieran entre veinte y cuarenta, recibirían la mitad y con más de cuarenta años, recibían la totalidad de su sueldo. A cada oficial retirado se le entregaba el equivalente a veinte sueldos, en títulos del recién creado Crédito Público del Estado. En virtud de esta Ley, fueron retirados 250 oficiales. Entre ellos, algunos de los más renombrados de la oficialidad revolucionaria. Podemos creer que de esta manera se intentaba poner trabas y límites a miembros con posibilidad de levantarse y reclamar, lo que presentaría un riesgo para el orden que se pretendía. De esta manera lo que logró la reforma, fue crear un grupo de oficiales retirados muy disconformes y con dificultades económicas en varios casos. Así ya encontramos a un grupo de adversarios del gobierno. Pero veamos algo interesante. Esta reforma también tuvo su repercusión desde otros puntos de vista. Con el saneamiento del ejército, el nuevo gobierno sí lograba efectivamente reducir un gasto militar importante. Como el ejército se había reducido por la reforma, eran insuficientes las tropas y se debió agregar al ejército regular cuerpos milicianos, urbanos y rurales. Dirá Romero que “los primeros raramente se reunieron; pero la necesidad de la lucha y vigilancia en la frontera obligó a recurrir a las milicias rurales” . O sea, se conseguía recuperar fondos militares a costa de la baja, pero a pesar de ello se conseguía fortificar el resguardo de la frontera, y así el resguardo de los intereses de la clase terrateniente, con este ejército de milicianos. De este modo la reforma militar, como ya lo anunciábamos, cumplía varios fines: aliviar el presupuesto provincial, destinaba la tropa al cuidado de la frontera y así, a través del fortalecimiento del aparato de las milicias, se daba una fuerza importante al cuidado de los intereses de los hacendados.
Pero por otra parte, este beneficio, podemos decir, “por partida doble”, también implicaba un nueva política exterior cuidadosa, que impidiera a la provincia verse envuelta en nuevos conflictos bélicos.
Seguidamente, para llevar adelante la reforma administrativa el principio en el que se basó el Estado, se construyó sobre la idea de la centralización del poder en el gobierno suprimiendo “los cuerpos privilegiados que se movían separadamente dentro del mismo Estado”. Dentro del cuerpo de estas “reformas administrativas” se eliminaron, según esta premisa, magistraturas como el Cabildo, se reformó la Justicia con la abolición del Consulado, se creó un sistema de enseñanza pública, se fomentaron las artes, la ciencia y la cultura y se llevó adelante la Reforma eclesiástica, suprimiendo varios conventos y secularizando a los regulares. Veamos a continuación cómo se implementaron cada una de ellas.
A partir de la instalación de la Sala de Representantes, los Cabildos ya estaban destinados a desaparecer. Ambas instituciones no podían convivir juntas, ya que se sabía que esta convivencia no se daría sino en un marco de permanente conflicto, aunque no se manifestó ningún tipo de oposición ante la medida. Ni siquiera desde los miembros del Cabildo. “Sólo algunos cuestionamientos en el interior de la Junta intentaron evitar una medida tan drástica” (BIB 4 – p170)

Continuará...
Bibliografía consultada en esta sección:
AAVV, Unitarios y Federales, Hyspamérica, Buenos Aires, 1987.
El Argos, Buenos Aires, abril de 1821 en Historia Visual de la Argentina, Capítulo 42 - “La Guerra contra el Brasil”, Clarín, Buenos Aires, 1998.
Historia Visual de la Argentina, Capítulo 42 - “La Guerra contra el Brasil”, Clarín, Buenos Aires, 1998.LOBATO, MIRTA, SURIANO, JUAN, “Nueva Historia Argentina”, Atlas Histórico, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1998.
TERNAVASIO, MARCELA, “Las Reformas rivadavianas en Buenos Aires y el Congreso General Constituyente (1820-1827)”, en GOLDMAN, NOEMÍ (Cdra.), “Nueva Historia Argentina”, Tomo III – Revolución, república, Confederación (1806-1852), Capítulo V, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1998.
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