Desde 1820 los portugueses primero, y desde 1823 los brasileños después, tuvieron el control del territorio oriental. En 1634, Brasil fue elevado a principado, y en 1826 a reino, unificándose los reyes brasileños y portugueses, quienes conjuntamente en 1820 anexaron a la Banda Oriental, que pasó a depender de Brasil, con el nombre de Provincia Cisplatina, cuando aquel Estado se independizó en 1824.
Entre 1822 y 1823, habían sido reprimidos levantamientos independentistas en la Provincia Cisplatina, pero el espíritu de libertad continuaba vivo, y deseoso de unirse a las Provincias Unidas del Río de la Plata, que conformaban junto a Argentina y al departamento boliviano de Tarija. En 1823 los orientales emprendieron un movimiento revolucionario, que sin apoyo en la campaña, fue derrotado. Por esta razón, los jefes del mismo debieron emigrar hacia Buenos Aires. Desde allí comenzaron a organizar una expedición que les permitiera volver al territorio oriental y liderar un nuevo levantamiento. A este respecto el historiador Alfredo Castellanos cita las memorias de uno de los participantes, Luis Ceferino de la Torre, el que sostiene, “Se hallaban emigrados en Buenos Aires muchos patriotas orientales que habían tomado parte activa en los sucesos del año 1823 en Montevideo con la esperanza de dar libertad a la Provincia dominada por los portugueses desde 1817 que la invadieron”.
“La batalla de Ayacucho ganada por los patriotas en diciembre de 1824 –que decidió los destinos de América Latina -, inflamó el patriotismo de estos emigrados que reunidos en la casa de comercio que regenteaba don Luis Ceferino de la Torre firmaron espontáneamente un compromiso jurando sacrificar sus vidas en la libertad de su patria dominada por el Imperio del Brasil.”
En la lucha por la independencia de la Banda Oriental, actual República Oriental del Uruguay, tuvieron gran importancia los treinta y tres orientales, que emanciparon su territorio de manos brasileñas.
“Siete fueron los patriotas iniciadores y que contrajeron ese heroico compromiso: Juan Antonio Lavalleja; su hermano, Manuel, Manuel Oribe, Luis Ceferino de la Torre, Pablo Zufriategui, Simón del Pino, y Manuel Meléndez, nombrando enseguida unánimemente a Juan Antonio Lavalleja jefe de la empresa”.
En 1825, desde Buenos Aires, se preparó un ejército comandado por Juan Antonio Lavalleja, que ya contaba con la experiencia de haber luchado contra los invasores, junto a Artigas, que se había exiliado en Paraguay. Estaban alentados por el éxito obtenido contra los realistas en la batalla de Ayacucho en 1824, por la cual se logró la independencia de Perú y se consolidó la independencia de la América del Sur española.
Al noroeste de la ciudad de Buenos Aires, organizaron las fuerzas, ayudados económicamente por Rosas, Anchorena, Terrero y otros federalistas porteños, reuniendo un número de hombres que no es seguro que fuera el de treinta y tres, ni tampoco eran todos orientales, ya que había algunos paraguayos y otros eran isleños del delta argentino.
Con anterioridad, Juan Manuel de Rosas, con el pretexto de comprar campos se había dirigido a Santa Fe, Entre Ríos y la Banda Oriental, para encontrar en este último lugar apoyo para el momento del desembarco de los libertadores.
Luego de culminados los preparativos, un primer grupo de expedicionarios, se embarcaron en las costas de San Isidro el 1 de abril de 1825, comandados por Manuel Oribe. Este grupo desembarcó y acampó en una isla formada por un ramal del río Paraná, llamada “Brazo Largo”.
El segundo grupo, comandado por Juan A. Lavalleja, partió después y fue demorado por un fuerte temporal, por lo que los dos contingentes se reunieron el 15 de abril. Desde Brazo Largo navegaron por el río Uruguay en la noche del 18, luego de sortear las naves de patrulla brasileñas.
Al amanecer del 19 de abril desembarcaron, según la tradición, en la playa de La Agraciada, en el actual departamento de Soriano. Partieron en dos lanchones, desde San Isidro, sobre el Río de la Plata, pasando por las islas del delta del río Paraná, donde acamparon por cuatro días, luego atravesaron el río Uruguay, llegando ese día a la playa, donde flameó su bandera tricolor, roja, azul y blanca. Se unieron a la lucha los pobladores de la campaña, lo que acrecentó el poder y la moral de las tropas.
Luego de desembarcar, Lavalleja con el resto del grupo, pronunció el célebre juramento de liberar la Patria o morir en el intento, enarbolando la bandera tricolor, con la leyenda central de “Libertad o Muerte”.
Ocuparon Dolores, Villa Soriano y tomaron rumbo al sur este. Fructuoso Rivera, al mando de setenta hombres, enfrentó a Lavalleja en las inmediaciones del arroyo Monzón, pero ambos jefes llegaron a un entendimiento para unir sus fuerzas en pos de la liberación.
El 2 de mayo tomaron Canelones, y el 20 de mayo de 1825, se concretó el sitio de Montevideo. En junio, Lavalleja, estableció en La Florida un gobierno provisorio.
El 25 de agosto Lavalleja reunió un Congreso en Florida donde se declaró que la Banda Oriental se pronunciaba por “la unidad con las demás provincias argentinas a que siempre perteneció por los vínculos más sagrados que el mundo conoce”.
El 24 de septiembre de 1825 tuvo lugar la batalla de Rincón, donde los orientales vencieron a los brasileños comandados por Mena Barreto. Desde Montevideo, gobernada por el Barón Carlos Federico Lecor se enviaron refuerzos para luchar contra los rebeldes. El enfrentamiento se produjo el 12 de octubre de 1825, en el arroyo Sarandí, siendo la victoria para los orientales.
El 24 de octubre de 1825, la Banda Oriental fue incorporada por ley, aprobada por el Congreso porteño, a las Provincias Unidas del río de la Plata, como Provincia Cisplatina.
Esto originó que Argentina debiera enfrentar una guerra con Brasil, que terminó con la mediación británica el 27 de agosto 1828, donde se reconoció la independencia de la República Oriental del Uruguay.
Fuentes consultadas:
http://www.laguia2000.com/uruguay/los-treinta-y-tres-orientales
http://www.coprofam.org
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