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TRABAJO PRÁCTICO MALVINAS: Material para tercer año

Les comparto el link para descargar la presentación en donde se aborda el concepto y la lógica del MAPEO COLECTIVO, punto importante del Trabajo N°3.
Para visualizarlo, haz click aquí.

domingo, 11 de abril de 2010

Glosario 1810 - 1816

A continuación presentamos un Glosario de palabras que, como podrán ver, tuvieron que ver con los hechos, situaciones y el desarrollo que se vivieron en ese período, tan particular y desicivo para el porvenir de nuestro territorio: el Río de la Plata. El mismo se presenta año a año y detalla brevemente cuál es la importancia del concepto, grupo, personaje o hecho para nuestra Historia.

Fuente: Sitio Oficial del Bicentenario

1810

Regimiento de Patricios: nació el 15 de septiembre de 1806, con motivo de la primera invasión inglesa al Río de la Plata. Como a los otros cuerpos urbanos formados, se le concedió el privilegio de elegir a sus propios oficiales. Fue el teniente coronel Cornelio Saavedra el primer jefe del Regimiento, y Manuel Belgrano fue electo sargento mayor. Su Cuerpo estaba compuesto por nativos de la capital del virreinato. Tuvo su bautismo de fuego el 5 de julio de 1807 defendiendo Buenos Aires durante la segunda invasión. Luego de la exitosa defensa se constituyo en la fuerza más poderosa de Buenos Aires. El Regimiento de “Patricios” estuvo presente en las jornadas de mayo de 1810 asegurando la ejecución de la voluntad criolla en aquellos días que culminaron con la constitución de la Primera Junta de Gobierno. Sus tres Batallones dieron origen al Ejército Argentino cuando la Primera Junta dispuso su creación el 29 de Mayo. Desde aquel momento participó en las jornadas decisivas de la guerra por la independencia (Suipacha, San José, Las Piedras, Montevideo y Tucumán), bajo las órdenes del General Belgrano.

Primer Gobierno Patrio (Primer Junta): El 25 de mayo de 1810 se conforma el primer gobierno patrio (conocida como La Primera Junta), presidido por Saavedra y acompañado por los secretarios y doctores Moreno y Paso. Entre los vocales se encuentran Belgrano, Alberti, Azcuénaga, Castelli, y los comerciantes Larrea y Matheu. El Partido de la Independencia domina la Junta.

La Revolución en el Interior: En el Interior, Córdoba es la primera en alzarse contra la revolución. Las autoridades (el intendente y el obispo), las milicias locales y el ex Virrey Liniers deciden resistir. El 20 de junio juran lealtad al Consejo de Regencia. La Junta envía una expedición con la orden de ejecutar a los cabecillas. El 8 de Agosto la expedición dirigida por Antonio González Balcarce llega a Córdoba. La resistencia es esporádica e ineficaz. Los dirigentes serán fácilmente apresados y fusilados en Cabeza de Tigre, camino a Buenos Aires. Mueren allí el Intendente Gutiérrez de la Concha, el Coronel Allende, y el ex Virrey Liniers, hasta hace no mucho aliando del Partido de la Independencia. Este duro desenlace, consolidará la revolución en todo el interior.

La Revolución en el Norte: Las tropas revolucionarias que acaban de asegurar el nuevo orden en Córdoba y Salta parten al Alto Perú. El 7 de noviembre de 1810 los criollos revolucionarios se hacen con una victoria en Suipacha, que les permite proyectar su poder en Alto Perú. El la primera victoria en la historia del ejército argentino. El 25 de noviembre, Juan José Castelli, vocal de la Junta y auditor de la guerra en reemplazo del moderado Vieytes, entra en Potosí. Su gravitación en la revolución del Alto Perú será importantísima: busca ganar nuevas adhesiones a la revolución arbitrando entre grupos sociales y étnicos, favoreciendo a los criollos contra los peninsulares y ofreciendo la innovación radical de la emancipación del tributo y los servicios personales a los nativos. A largo plazo, la política indígena duramente cuestionada por los criollos de clase alta, facilitaría sin embargo la creación de focos de resistencia tras la línea realista que debilitaría mucho la capacidad ofensiva de los ejércitos del rey. Entre estos focos de resistencia, el más destacado fue el de las Amazonas de Juana Azurduy. El ejército revolucionario descubrió pronto que no estaría en condiciones de avanzar más allá de Desaguadero. El 20 de junio de 1811, los realistas propinan una derrota total al ejército patrio en Huaqui. El Alto Perú estaba totalmente perdido. Viamonte dirige la retirada hasta Salta. Allí lo reemplazará primero Pueyrredón y finalmente Belgrano. Belgrano recibe los restos de un ejército. La rebelión de Cochabamba le permite reorganizarlo. Sofocada ésta, los realistas avanzan hacia el sur. Belgrano se retira llevándose consigo toda la riqueza trasladable y una parte de la población de Jujuy. El 3 de septiembre, en las Piedras, los revolucionarios obtienen una inesperada victoria. Belgrano, desobedeciendo las instrucciones que le imponen retirarse hasta Córdoba, decide resistir en Tucumán. El 24 de septiembre obtiene una nueva victoria en Campo de las Carreras. Las fuerzas realistas se refugian en Salta. El 20 de febrero de 1812 el ejército patriota vence en Salta a las fuerzas realistas. Luego de la victoria Belgrano y San Martín comienzan a plantear la necesidad de adoptar una estrategia defensiva, golpeando al enemigo en forma indirecta, y evitando así el desastre de la confrontación directa. Sin embargo, la lógica ofensiva prima en Buenos Aires. Belgrano, obedeciendo, envía a la vanguardia de su ejército que sin problemas controla Potosí. El 1 de octubre de 1813, tras 27 horas de combate, las fuerzas de Belgrano son vencidas en Vilcapugio. Belgrano se propone defender el dominio de Potosí. La batalla de Ayohuma termina en un desastre total. Belgrano se retira a Tucumán y los realistas toman Salta, para establecerse finalmente en Cotagaita. San Martín reemplaza unos pocos meses a Belgrano en el Ejército del Norte. Con la salida de San Martín llega al generalato Rondeau. En enero de 1815 el nuevo comandante toma la ofensiva. El resultado es un nuevo desastre: el 29 de noviembre de 1815, en Sipe-Sipe, el ejército revolucionario es nuevamente deshecho y el Alto Perú nuevamente ganado por el poder realista. A partir de esa derrota, la revolución decide adoptar la estrategia de San Martín: es el fin de las ofensivas en un teatro en dónde parece imposible alcanzar una victoria.

Las Amazonas: Juana Azurduy formó y adiestró a un escuadrón único en la historia de las guerras por la independencia latinoamericana. Una fuerza combativa conformada por mujeres nativas, a las que su jefa denominó “Las leales”. Juana recorrió los ayllus convocando voluntarios para unirse a la lucha por la independencia y por la libertad, convenciendo a los hombres y a muchas mujeres, que luego constituyeron el cuerpo de amazonas, armados de hondas, palos y flechas. Junto a Manuel llegaron a reunir diez mil soldados. Los Padilla Azurduy se presentan a fines de 1811 ante el general Belgrano, que entendió que eran dos valiosos colaboradores y los integra a sus fuerzas. Cuando las guerrillas fueron aniquiladas, Juana se dirigió al sur, a encontrarse con Güemes que la recibió con gran admiración y le asignó funciones de mando como teniente coronela, con uso del uniforme, como jefa de la rebelión contra los españoles y en mérito a su labor por la independencia.

1811

El triunvirato y la concentración del poder político: La guerra revolucionaria obligará a la Junta a renunciar a la idea de presentarse como heredera más bien que como adversaria del antiguo régimen. Se tratará en delante de la creación de un nuevo orden. Dentro de la Junta, el promotor de este ideario jacobino es Moreno. Desde la Gaceta de Buenos Aires, Moreno ofrecerá una teoría y una línea política para la revolución. Una teoría basada en los principios de la democracia, tal cual la revolución francesa y el contrato social de Rousseau habían explicitado. Una política basada en la renuncia a toda ilusión sobre la provisionalidad de los enemigos, orientada hacia la lucha, y con una concepción de avanzada sobre el orden social. Los jefes militares, en particular Saavedra, serán partidarios de una idea más tradicional, moderada y ordenada de revolución. Esto creará una escisión en la Junta. Un pequeño incidente el 19 de octubre de 1810 hará estallar el conflicto. Moreno hace aprobar un decreto de supresión de honores del presidente, que no sólo despoja a Saavedra de esas honras, sino que hace que la comandancia militar deje de ser unipersonal y recaiga en la Junta. La reacción de Saavedra no se hace esperar. Con la alianza de los diputados del interior, convoca a la Junta Grande, que nace el 18 de diciembre de 1810. Los diputados del interior tienen por jefe al cordobés deán Gregorio Funes. La nueva Junta decide enviar a Moreno a una misión diplomática a Europa, en el curso de la cuál morirá antes de llegar a destino, en un episodio confuso. A continuación, la Junta es depurada: French y Beruti son detenidos, Belgrano es enviado a juicio. Esta serie de maniobras irregulares crean un problema de legitimidad, que es además agravado por las derrotas en el Alto Perú. Entre el 12 y el 19 de septiembre de 1811, una agitación viva domina Buenos Aires. Comienza a circular en las calles un petitorio que reclama un Cabildo Abierto. Saavedra es desterrado. El 22 de septiembre se produce la concentración de poder: se constituye un Triunvirato, integrado por los diputados Feliciano Antonio Chiclana y Juan José Paso, y el más votado de los apoderados del pueblo, Manuel de Sarratea. El 7 de noviembre, después de una tensa relación, el Triunvirato disuelve la Junta. Los triunviros tienen como primera tarea normalizar el clima de los regimientos que han sido el sustento militar de la Junta. Para ello, ponen a Belgrano al frente del primer regimiento de Patricios, que se subleva ante la tentativa de imponerle disciplina. Vencida la sublevación, una reforma militar amplia termina por diezmar el poder de estas milicias urbanas que han dominado la escena política desde 1807.

La Revolución en el Este: En el Este está Montevideo, la preocupación principal del gobierno revolucionario. Allí está instalada una guarnición naval realista que posee supremacía en esa técnica militar. Montevideo controla así los ríos y bloquea a Buenos Aires. La Banda Oriental se transforma en la amenaza más seria a la revolución.
A comienzos de 1811, los españoles toman una decisión que tendrá exactamente el efecto contrario al buscado: solicitan la validez de los títulos de propiedad de los campesinos, con la intención de amedrentarlos, pero con el resultado de crear un profundo malestar en las áreas rurales. En este contexto, en enero de 1811 José Gervasio Artigas, capitán de los Blandengues se fuga de Colonia para ofrecer sus servicios a la revolución. A su mando, el 26 de febrero de 1811 el grito de Asencio da comienzo a la revolución oriental. La ciudad realista enfrenta a la campaña revolucionaria. Se produce el gran éxodo del pueblo oriental, como muestra de descontento: las cuatro quintas partes de la población de la campaña se retiran a Entre Ríos.
En diciembre de 1813, Buenos Aires decide dar disputa por el dominio de los ríos a los realistas apostados en Montevideo. El secretario de Hacienda, Juan Larrea, encarga a su amigo, el comerciante norteamericano Guillermo Pío White, que compre naves y pertrechos. Logra reunir así siete buques con 98 cañones. Se preparan además unos seiscientos hombres. Al frente de ellos estará Guillermo Brown, un irlandés marino. El 15 de marzo de 1814, la escuadra revolucionaria toma la isla Martín García. El 15 de abril bloquea Montevideo. El 16 y 17 de mayo obtiene la victoria decisiva del Buceo. El sitio naval se refuerza ahora con el sitio terrestre. Alvear llega de Buenos Aires con quinientos refuerzos y reemplaza a Rondeau. El gobernador realista Vigodet se muestra dispuesto a negociar. Alvear le exige rendición. Esta se firma el 20 de junio de 1814. Montevideo ha dejado de ser la amenaza realista incrustada en el corazón mismo del Río de la Plata. Sólo queda ahora encontrar una fórmula definitiva para Artigas.
Buenos Aires vuelve a optar por el camino de afirmar su supremacía. La respuesta es entonces guerra interna. Artigas, establecido en Belén (Misiones) lanza su fórmula política: la Confederación de Pueblos Libres. Rápidamente gana el apoyo de Entre Ríos y Corrientes. Artigas es declarado protector de los Pueblos Libres. En 1815, la idea artiguista gana un aliado estratégico clave: Santa Fe. Córdoba le sigue. Igual de importante, la Banda Oriental se torna artiguista. Alvear intentará una última solución militar contra la disidencia del litoral. Envía para ello a las fuerzas nacionales comandas por Álvarez Thomas. Éste se subleva el 13 de abril de 1815 en Fontezuela. Abre negociaciones con Artigas. El 15 estalla una revolución en Buenos Aires. El 17 Alvear renuncia y se exilia en Inglaterra.

1812

La Sociedad Patriótica: Desde enero de 1812 se viene reuniendo la Sociedad Patriótica, dónde se concentran morenistas, y que tiene como portavoz al carismático doctor tucumano Bernardo Monteagudo. Se conforma como un verdadero club revolucionario francés. Primero a través de la Gaceta (suprimida por orden de Rivadavia), luego a través de Mártir o Libre y Grito del Sud, La Sociedad lanza una crítica abrumadora a la tibia y moderada política oficial.

La Logia: Desde fines de 1811 se viene avanzando en la creación de un ejército profesional, al influjo de la presencia en Buenos Aires de San Martín, Alvear, y otros oficiales regios. Estos oficiales, organizan una logia en Buenos Aires: la Logia Lautaro. La Logia se pondrá como objetivos mejorar la suerte militar de la revolución a la vez que influir en el gobierno local para transformarlo en un mejor servidor de los intereses de la revolución. Este doble objetivo los aproxima naturalmente con la Sociedad Patriótica, dando origen a una nueva alianza de poder.

1813

La Asamblea del Año 13: El propósito era proclamar la independencia y redactar la Constitución del nuevo Estado. Las divisiones impidieron ambas tareas. No obstante, durante esta Asamblea se establecieron una serie de resoluciones institucionales importantes: se estableció el escudo nacional argentino; se dictó la libertad de vientres de las esclavas; se eliminó el sistema de mayorazgos y títulos de nobleza; se libró a los indígenas de la obligación de pagar tributo; se mandó a acuñar la moneda nacional; se abolió la inquisición y la práctica de la tortura; se puso fin al tráfico de esclavos.

1814

El Director Supremo, Alvear y la Patria Chica: La alianza entre la Sociedad Patriótica y la Logia en torno al Triunvirato se quiebra con la ruptura de la unidad al interior de la Logia. La tendencia que reconocía como inspirador a San Martín, y que estaba cercana a los objetivos originarios (patria grande – guerra externa), se enfrenta con la de Alvear, que veía en la Logia un instrumento para ser utilizado y confinado en el estrecho margen geográfico del Río de la Plata, renunciado a la intensificación de la lucha revolucionaria fuera de Buenos Aires, al tiempo que se limitaban los objetivos revolucionarios (patria chica – negociación externa). A lo largo del 1813 y 1814, las victorias de la segunda tendencia son innegables. Así, Alvear toma la iniciativa en 1814 de proceder a la concentración del poder. El Triunvirato deja paso a un Poder Ejecutivo Unipersonal. La Asamblea elige para ocuparlo a Gervasio Antonio Posadas, tío de Alvear. Alvear se transforma en la figura dominante del régimen: el 9 de enero de 1815 es elegido nuevo Director Supremo. Su enfrentamiento con el Partido Federal del Litoral, bajo el liderazgo de Artigas, terminarán por disolver su poder político. La fórmula que patrocinó, “patria chica y negociación”, como bien le había sugerido San Martín, se plasmaría como patria chica – guerra interna. Así, Alvear terminó por generar dos frentes de guerra, una externa con los realistas, y otra externa con aliados naturales como el Partido Federal del Litoral. Asimismo, su idea de patria chica consolidó la fragmentación de las fuerzas revolucionarias, y debilitó su poder de negociación internacional. El 17 de abril de 1815 Alvear parte al destierro y la Asamblea se disuelve.

1815

El Congreso de Tucumán y Juan Martín de Pueyrredón: Pueyrredón enfrentará una serie de situaciones irresueltas altamente complejas: la disidencia del litoral y la amenaza realista en el norte, en el contexto de la restauración de Fernando VII. En este contexto general, el nuevo Director Supremo asume un compromiso de avanzada: en su camino a Buenos Aires se entrevista en Córdoba con San Martín. Ambos han sufrido la postergación del Alvear. Allí, Pueyrredón se compromete a apoyar la campaña del libertador americano. Para ello, Pueyrredón se incorpora a la resurrecta Logia. Surge así una nueva política revolucionaria. Los éxitos militares del nuevo régimen son considerables: el nuevo gobierno logra encerrar la disidencia del litoral federal en su litoral originario. Pueyrredón logra además mitigar las diferencias cada vez más profundas entre el interior y Buenos Aires, diferencias acentuadas por Alvear, y que están en la raíz histórica del anti-porteñismo emergente. Las reformas en las intendencias introducidas en 1814 (que crean cuatro en el interior: Salta, Tucumán, Córdoba y Cuyo) ofrecen un marco para que sectores de arraigo local sean integrados en la fórmula política. El 9 de Julio de 1816, ante el pedido de San Martín, el Congreso de Tucumán declara la Independencia. No es el único logro del Congreso. El mismo, asegura el retorno de la Rioja al Gobierno Nacional. Es un nuevo pacto de gobernabilidad que otorga poder y autonomía a las provincias, un germen antecedente de federalismo. Córdoba le sigue a la Rioja, y abandona la liga artiguista. Así, liderazgos emergentes establecen un nuevo pacto de gobernabilidad nacional: San Martín en Cuyo, Güemes en Salta, Funes en Córdoba, y Aráoz en Tucumán. La independencia no logra resolver el problema de la forma de gobierno que queda postergada. El Congreso se traslada en 1817 a Buenos Aires para cumplir mejor sus funciones de auxilio y asesoramiento. El Gobierno de Pueyrredón sufrirá sin embargo de la antipatía porteña. Una nueva modalidad política emerge en la capital: una campaña de chismes e insidias, que tiene por origen las tertulias whig de la casa de Sarratea, con la animación de su hermana doña Melchora, desarrollará una intensa y sutil campaña de desgastamiento del gobierno porteño. En 1818 y 1819, el régimen parece quebrarse como consecuencia de sus esfuerzos: la guerra ha desgastado el aparato productivo, y la legitimidad empieza a desvanecerse. Pueyrredón renunciará el 9 de junio de 1819.

1816

Güemes y los Infernales: el 22 de marzo se firma el Pacto de los Cerrillos, por el que el Gobernador de la Salta Güemes, es aceptado como legítimo por el gobierno nacional. Desde Mendoza, San Martín celebra el desenlace como la victoria más importante de la
larga batalla. Desde ahora, Güemes, que impone en la clase alta salteña el costo de la guerra, se entiende admirablemente con el Congreso y el Directorio. El caudillo salteño, apodado el Artigas del norte, desempeñará una función esencial. Con los recursos de su provincia, apoyados con moderados auxilios del gobierno central, será responsable de defender contra los realistas el punto cardinal del Río de la Plata revolucionario. Güemes, que se reúne con San Martín en 1814, adopta su estrategia defensiva. Cada año, a partir de 1817, Salta conocerá una invasión realista, y cada año esa invasión terminará con una resistencia victoriosa y con la retirada de las fuerzas españolas. Güemes utiliza para ello guerrillas gauchas que se refugian en la campaña y aíslan la ciudad.

La Revolución en los Andes: desde 1814 San Martín había advertido la esterilidad de los intentos de ofensiva que buscaba quebrar directamente la resistencia realista en el Perú. Juzgaba posible en cambio reforzar la revolución chilena que agonizaba, para unir los recursos del Río de la Plata y Chile y atacar directamente, por mar, el núcleo mismo del poder español en Lima. San Martín encontró finalmente en Pueyrredón el interlocutor que no había encontrado hasta entonces. En 1814, los jefes de la revolución chilena se refugian en Mendoza. Es la oportunidad que esperaba San Martín, entonces intendente de Cuyo, marginalizado por Alvear. En la rivalidad de los revolucionarios chilenos, San Martín define una alianza con el moderado Bernardo O’Higgins en desmedro de los jóvenes y radicales hermanos Carrera. A partir de entonces, comienzan tres años de preparación. A lo largo de ello se forma el Ejército de los Andes. En 1815 el nuevo ejército cuanta con 1634 infantes, mil jinetes, más de doscientos artilleros y diez cañones. El gobierno central no censura la empresa, pero se interesa poco por la misma contribuyendo escasamente con recursos. San Martín no se da por vencido y adopta una estrategia de maximizar los recursos locales. En Mendoza se vuelve a fabricar pólvora y piezas de artillería. En San Luis se confeccionan los uniformes. El ganado y la cabalgadura se compran localmente. Los recursos financieros provienen también de la economía local, poniendo el peso en los peninsulares. Todo este esfuerzo San Martín lo hace sin afectar la economía local, condición de su legitimidad. En 1817 comienza el cruce de la cordillera, con la estrategia que San Martín llama guerra de zapa, destinada a alarmar el enemigo y a impulsarlo a preparaciones defensivas inadecuadas. Así, San Martín abruma al enemigo con falsas noticias, utilizando al máximo la ventaje que significa poder elegir el lugar del ataque a través de una extensa frontera, mientras el defensor debía necesariamente dispersar sus fuerzas a lo largo de ella. Finalmente, el ataque se lleva a cabo sobre la línea más obvia (la de menor distancia entre Mendoza y Santiago de Chile, por el camino de Uspallata), pero contempla expediciones secundarias en varios frentes, con la intención de retardar la reunión de las fuerzas realistas. San Martín lleva el arte de la guerra a un punto de perfeccionamiento técnico desconocido en el Río de la Plata. El 12 de febrero de 1817 San Martín dirige un doble ataque contra la línea central realista en la Cuesta de Chacabuco. O’Higgins ataca por el frente y Soler lo hace por el costado. Los patriotas americanos se llevan una victoria total. Los realistas se retiran al sur. Allí transforman el Puerto de Talcahuano en un campo atrincherado. El fuerte es reforzado con la alianza realista con los araucanos y con la expedición venida de Alto Perú. A partir de ello, los realistas toman la ofensiva y fuerzan a las fuerzas revolucionarias a retirarse hasta Santiago. Allí se desatan el 24 de marzo de 1818 las Jornadas de Maipú. La victoria de los patriotas es nuevamente total, y tiene el efecto de persuadir a los realistas de la inutilidad de nuevas incursiones desde el Alto Perú. Chile es ahora revolucionario. Con esta victoria, San Martín comienza a preparar la empresa peruana. La misma requiere en primer lugar de una marina. Desde noviembre de 1818 lord Cochrane –un noble irlandés de carrera naval- se encuentra en Valparaíso como almirante de la flota chilena. En febrero de 1820 Cochrane logra el más importante de sus éxitos, tomando el puerto realista de Valdivia. Fracasa en cambio para tomar Chiloé. San Martín se avoca a la organización de las fuerzas expedicionarias. Dos veces se rehúsa ante el pedido del gobierno central de Buenos Aires a volver sus fuerzas contra la guerra civil del Río de la Plata. Para él, la guerra debía de ser externa. En marzo de 1820, el poder central se derrumba. San Martín presenta ante su ejército la renuncia. El 2 de abril en Raconcagua, los oficiales del ejército de los Andes, declaran que se rehúsan a elegir sucesor: “la causa de la investidura no es la autoridad caída, sino la salud del pueblo que es inmutable”.

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