En esta seción abordaremos algunas de las medidas más significativas tomadas por la Asamblea General Constituyente durante el período que sesionó, desde 1824 hasta su disolución en 1827. Veremos qué proponía el gobierno con cada una e intentaremos analizar la repercusión de ellas, tanto en el interior del Congreso como en las distintas provincias. A través de los sucesos que enmarcan esta Asamblea, podremos vislumbrar un orden que comenzaba a resquebrajarse y un intento de proyecto nacional que fracasará por diversos motivos, entre ellos las presiones que se daban entre las provincias y el conflicto con el Imperio del Brasil. Así nos encontraremos para 1827 con un conflicto claro y abierto entre unitarios y federales, cuestión que hasta el momento no era tan clara.
Primeramente, veamos cómo se llega a reunir este Congreso en la Provincia de Buenos Aires, en un contexto social y político bastante convulsionado. El 25 de enero de 1822, Buenos Aires, Santa Fe, Corrientes y Entre Ríos firmaban el Tratado del Cuadrilátero, a través del cual se estrechaban sus vínculos y se comprometían a no concurrir al Congreso que se intentaba preparar en Córdoba, como negativa a Bustos en esa provincia. Por él se establecía, entre otras cosas, la unión de las cuatro provincias, la asistencia recíproca y la mediación en caso de guerra y se acordaba también, como bien dijimos, que cualquiera de las cuatro podía convocar a un Congreso General si lo consideraba oportuno. El tratado significó el triunfo de Buenos Aires y el fracaso del intento del Congreso de Córdoba. Desde el punto de vista político, después de firma de este tratado, Buenos Aires establecía su prestigio y la provincia, de hecho, asumía la conducción de las relaciones exteriores de las Provincias Unidas, celebrando tratados y designando representantes consulares y diplomáticos.
Primeramente, veamos cómo se llega a reunir este Congreso en la Provincia de Buenos Aires, en un contexto social y político bastante convulsionado. El 25 de enero de 1822, Buenos Aires, Santa Fe, Corrientes y Entre Ríos firmaban el Tratado del Cuadrilátero, a través del cual se estrechaban sus vínculos y se comprometían a no concurrir al Congreso que se intentaba preparar en Córdoba, como negativa a Bustos en esa provincia. Por él se establecía, entre otras cosas, la unión de las cuatro provincias, la asistencia recíproca y la mediación en caso de guerra y se acordaba también, como bien dijimos, que cualquiera de las cuatro podía convocar a un Congreso General si lo consideraba oportuno. El tratado significó el triunfo de Buenos Aires y el fracaso del intento del Congreso de Córdoba. Desde el punto de vista político, después de firma de este tratado, Buenos Aires establecía su prestigio y la provincia, de hecho, asumía la conducción de las relaciones exteriores de las Provincias Unidas, celebrando tratados y designando representantes consulares y diplomáticos.
Mientras tanto Buenos Aires transitaba el camino de la Feliz Experiencia que daba sus frutos, al mismo tiempo que establecía un aparente orden desde las políticas ideadas por el gobierno y la elite dominante. Al terminar el mandato del gobernador Martín Rodríguez, en 1824, es elegido gobernador de la Provincia el General Juan Gregorio de las Heras. Para esta fecha, la provincia se sentía con fuerzas para reconquistar su hegemonía y las circunstancias así lo establecían.
Aquí se dará una situación que, a nuestro modo de ver, tiene mucho que ver con lo que serán las raíces de los conflictos que se darán en el interior de la Asamblea. En 1824, año en el que se convocará al Congreso, llegaba a la provincia el cónsul británico Woodbine Parish, quien se proponía a firmar un tratado de reconocimiento de la independencia reioplatense, al mismo tiempo que un tratado de amistad y comercio. La posibilidad de comerciar sería la garante de la libertad de estas tierras. El problema se hacía presente. ¿En nombre de quién se haría, si las provincias se habían erigido en Estados soberanos y autónomos? Se vuelve a ver la necesidad de reflotar la iniciativa de reunir un Congreso Constituyente, posibilidad que había tenido Córdoba en 1820, pero que, como vimos, Buenos Aires se encargó de frustrar. Es por ello que el nuevo dirigente, 27 de febrero de 1824, invitaba a todas las provincias a enviar diputados a un Congreso General.
Por otra parte, había una necesidad, aún más urgente para muchos, que implicaba la toma de posición con respecto a la Banda Oriental, ocupada por los portugueses desde 1817, incorporada a Portugal como Provincia Cisplatina en 1821 e incorporada al separado Imperio del Brasil en 1822. No podemos dejar de comentar que esta situación, ya había comenzado a dividir la opinión pública local “entre los que estaban a favor o en contra de una intervención más directa en los asuntos de Montevideo” . Quedan así claros los dos problemas serían el centro del mismo Congreso: la defensa de la soberanía exterior frente al avance de un Imperio contra una provincia del ex Virreinato del Río de la Plata, y, por otra parte, si la soberanía residía en la “nación” o en las provincias. El 16 de diciembre de 1824 se reunía entonces el Congreso con los diputados elegidos por las provincias.
En conclusión, las provincias, con Buenos Aires a la cabeza, encontraban en este Congreso una posibilidad de trazar líneas de acción a partir de un proyecto nacional, que tendría una Constitución, como bien lo establece la palabra, cual “Carta Orgánica” como motor ante una nueva etapa. Aunque constantemente se daría la puja de las facciones en torno a los distintos modelos de nación que se pretendían. Para ello era necesario, como primer paso, establecer una serie de medidas que trazarían el camino, de esta Feliz Experiencia que intentaba llevarse a las provincias, y de ahí a una nación.
Poco después de constituido el Congreso, recién el 23 de enero de 1825, se dictó la Ley Fundamental, que delegaba el Ejecutivo Nacional provisorio en Buenos Aires. Por ella se declaraba constituyente y “se delegaba a Buenos Aires el manejo de las relaciones exteriores y las provincias conservaban su autonomía, soberanía e independencia hasta tanto se distara una nueva Constitución” . Esta Constitución, una vez sancionada se propondría a las provincias, que podrían rechazarla y permanecer al margen de la unión perseguida. El 2 de febrero se fimo el Tratado de Amistad, comercio y navegación con los ingleses. Éste tratado seguía las pautas del liberalismo económico del que hablábamos en el punto anterior de este trabajo. Sus cláusulas establecieron reciprocidad del trato y el reconocimiento de nación más favorecida a Gran Bretaña, hecho que indiscutiblemente la beneficiaba como potencia comercial e industrial. No olvidemos que los ingleses necesitaban de mercados donde “ubicar” sus manufacturas.
Ese mismo año, de igual forma, se establecía una ley que creaba un Ejército de Observación, que luego se conocerá con el nombre de Ejercito Republicano. Su finalidad sería la de “observar” la situación que se había creado en la Banda Oriental. Cada provincia se comprometía a presentar hombres para formarlo. Aquí vuelve a darse un debate, que tiene como raíz el problema de la soberanía. El conflicto estaba encabezado por Agüero, diputado por Buenos Aires, y Gorriti, diputado por el interior. El primero defendía la moción de “crear un Ejército Nacional antes de promulgar una Constitución, basándose en el supuesto de que existía una ´voluntad nacional´ como fundamento de la constitución de gobierno”. En contraposición, el segundo argumentaba que la nación “era inexistente en tanto no se rigiera por una misma ley y un mismo gobierno”. Volvemos al inicio: el origen de la idea de “nación”.
Bibliografía Consultada:
1- “El fusilamento de Dorrego”, en AAVV: Documentos para la Historia integral Argentina, Tomo I, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1981.
2- “La Guerra contra el Brasil”, en AAVV: Documentos para la Historia integral Argentina, Tomo III, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1981.
3- AAVV, Unitarios y Federales, Hyspamérica, Buenos Aires, 1987.
4- FRADKIN, RAÚL, ¡Fusilaron a Dorrego! O cómo un alzamiento rural cambió el curso de la historia, Buenos Aires, Sudamericana, 2008.
5- GOLDMAN, NOEMÍ, “Los orígenes del federalismo rioplatense (1820 – 1831)”, en GOLDMAN, NOEMÍ (Cdra.) “Nueva Historia Argentina”, Tomo III – Revolución, república, Confederación (1806-1852), Capítulo III, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1998.
6- Historia Visual de la Argentina, Capítulo 35 - “La Crisis del Año 20”, Clarín, Buenos Aires, 1998.
7- Historia Visual de la Argentina, Capítulo 37 - “Buenos Aires y la Feliz Experiencia”, Clarín, Buenos Aires, 1998.
8- Historia Visual de la Argentina, Capítulo 42 - “La Guerra contra el Brasil”, Clarín, Buenos Aires, 1998.
9- LOBATO, MIRTA, SURIANO, JUAN, “Nueva Historia Argentina”, Atlas Histórico, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1998.
10- ROMERO, LUIS A., “La Feliz Experiencia, 1820-1824”, Buenos Aires, La Bastilla, 1976.
11- TERNAVASIO, MARCELA, “Las Reformas rivadavianas en Buenos Aires y el Congreso General Constituyente (1820-1827)”, en GOLDMAN, NOEMÍ (Cdra.), “Nueva Historia Argentina”, Tomo III – Revolución, república, Confederación (1806-1852), Capítulo V, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1998.
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